—Es la última decisión —dice papá con voz seria y molesta y es que es más claro que tendré que casarme con una mujer a la que no amo, no entiendo que ganan mis padres con el hecho de que les dé un nieto. — ¡Mamá! —reprocho enfadado como un niño solo esperaba poder contar con su ayuda para librarme de este mal. —Lo siento hijo, tu padre cree que es lo mejor y es que asi lo pienso yo… — ¿Cómo, consideras que debo casarme? —reproche molesto e indignado. —Hijo ya tienes veintinueve años… — ¿Y eso qué? —seguía interrumpiendo a mamá. —Solo queremos que la empresa quede en buenas manos, no te enojes queremos un nieto… ya basta de la vida que llevas de tu trabajo no niego has hecho una buena labor pero te la desvives allí y si nosotros no podemos hacer nada quizás… tal vez el tener una esposa y una familia te haga cambiar la perspectiva que llevas… —No mamá lo único que hacen es arruinarme la vida por completo, si creen que casarme será la mejor decisión están equivocados ya que no me atare a una mujer a la que no amo —respondí a regañadientes con enfado. —Entonces… a menos que me digas que tienes una novia, prometida o algo suspenderemos esto —alza la ceja mamá desesperada, no quise decir más y salí de allí furioso. Salgo del despacho de papá y me dirijo a mi habitación, me recuesto sobre la enorme cama analizando en que momento a mis padres se les ocurrió el entrometerse en mis asuntos y más aun comprometiéndome con Alicia, la mujer que no quiero en mi vida. —Tendrás que estar listo para que en dos meses demos la noticia, invitaremos a algunos amigos de alta sociedad para anunciar tu matrimonio —se asoma papá a la habitación y solo decido no responder, porque casarme a la fuerza es lo único que no dejo de pensar. Los próximos días me desviví en la oficina enojado, molesto porque mis padres tenían un matrimonio arreglado además que haría para zafarme de este embrollo. — ¡Asi que piensan casarte! —Darío mi mejor amigo no puede creer la desfachatez de mi familia. —Asi como lo oyes —digo a regañadientes frunciendo la ceja con molestia. —Y menos mal que con Alicia —rezonga con sarcasmo y se ríe al mismo tiempo, Alicia no es más que la hija de uno de los mejores amigos de mi padre, nos conocemos desde niños y a pesar de todo yo soy quien no me llevo del todo bien con ella, es una engreída y caprichosa nada más, solo sirve para fastidiarme con esos sus cuentos estúpidos de querer seducirme, Alicia es muy atractiva pero en mi vida la última persona con quien desearía tener algo es con ella. Se la pasa metida hasta en mis sueños, me declaro su amor o más bien diría su fanatismo cuando éramos adolescentes, dije que no sin pensarlo pero en vez de alejarla hizo que se me pegara como garrapata, quiere estar conmigo cosa que no tolero, se la pasa llamándome y cada vez que tiene la oportunidad llega a casa para estar cerca de mí, simplemente no la aguanto es todo lo que siento. —Desearía desaparecer para no tener que casarme con ella —me levanto y camino hacia el pequeño bar dentro de mi oficina para servirme un whisky. —Solo habla con tus padres… —No es tan sencillo como parece, papá amenazo con quitarme la empresa… la que he llevado a cargo hace más de cinco años. —No entiendo la obsesión por comprometerte… y bueno tú no has ayudado mucho que digamos —se rasca la nuca y sonreí con “malicia”, volteo a verlo con rapidez. —No necesito a ninguna mujer en mi vida, solo son tropiezos —replico frunciendo la ceja. —Tus padres solo quieren verte feliz… lo digo por el carácter —balbucea a esto último Darío. —Si quiere quitarme la empresa o desheredarme que lo haga pero no estoy dispuesto a contraer matrimonio con una mujer que no quiero —rezongue a esto último y tome asiento de nuevo en mi sillón de cuero fino. Después de que diario se marchara me quede sumido en el trabajo como suelo hacerlo, leía los documentos, los firmaba y escribía en mi laptop. —Señor Müller, la Srita. Alicia se encuentra acá —dice la voz de mi secretaria al unísono. —Pregúntele que necesita porque no estoy de humor para visitas —dije con voz monótona y molesta. —También la acompaña su madre —dice con nerviosismo la voz de mi secretaria, respire hondo y ordene que pasaran adelante. — ¡Porque tratar a tu futura esposa asi! —entra mamá reprochándome por mi mala “actitud”. —No tengo porque dar explicaciones, llegan en mal momento tengo mil pendientes… —Ya deja de ser un fanfarrón Magnus, saluda a Alicia —voltea a verla a ella y sonríe con complicidad. —Magnus… no te enojes con tu madre —la voz fastidiosa de Alicia me estruja, si tan solo supiera mamá que la mujer con quien me quiere casar es una vanidosa y resbalosa. —No estoy enojado. —Los dejo a solas para que platiquen —nos deja a solas mamá y alzo la ceja viendo una vez más a Alicia. —No te enojes, la noticia de la boda nos tomó a ambos por sorpresa —empieza diciendo con voz seductora. —A ti no creo que te haya tomado asi nada más —reproche molesto. —¿Pero qué dices? —Alicia solo creo que fuiste tú quien se apuntó para ser la primera en la lista… —No se dé que hablas. —Admítelo, quieres casarte conmigo ¿no? —Tu sabes perfecto que te amo y… si quiero ser yo quien este contigo pero tus padres estaban muy preocupados por tu comportamiento… —Eso no tiene nada que ver… —Magnus solo quieren que hagas una vida feliz en un matrimonio. —Si pero no contigo —dije sin tapujos. —Solo te he demostrado este tiempo que mi amor por ti es real y quiero agradarte. —Si en verdad quieres agradarme mejor aléjate y has que este matrimonio se cancele. — ¡No puedo hacer eso! —Porque no… —Rompería el corazón de tu madre en mil pedazos. —Es fuerte —conteste tajante. —Tu no lo entiendes… más allá de que quiero una vida contigo… quiero que sepas que te amo Magnus. —No te hagas daño a ti misma Alicia, solo quiero una vida sin ataduras. —Jamás te han conocido un “casi algo” y… —Eso no importa mejor vete que acabas de terminar con mi buen humor —conteste furioso y sabía que se habría molestado por decirle eso. Los días que seguían pasando se me hacían estresantes ¿Cómo zafarme de todo esto? solo quería que fuera una vil pesadilla, prefería empezar desde cero a cambio de no hacer mi vida con una mujer que no amo y no soporto. Esa tarde salí a comprar un café para poder relajarme ya que estaba dispuesto a decirle a mi padre que prefería me desheredara antes de cometer una total estupidez. Le pedí a la encargada un café expreso y al dármelo seguí mi camino normal mientras mi vista iba sobre mi celular ya que chequeaba unos correos que me habían hecho llegar uno de los socios.