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Un Secreto, Un Amor, Un Engaño novela pdf
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thaliel lucra un tradicional faena, en su sombras de celebraciĂłn distingue a una dama con quien uva seca la mejorado sombra de su vida, al alba subsiguiente se saca con que esa ama era su dueña, quien me alzaba compañera y asĂa dos renuevos. al maroma del cosecha se trocĂł en su cubra hasta el alba que su apreso los encontrĂł y confrontĂł, mejorando a revelar la propiedad que tabatha tanto ocultaba.
CapĂtulo 1 Diosa griega
Todo comenzĂł cuando estaba en mi pieza y recibĂ el correo de la empresa Yalant, este decĂa que habĂa sido seleccionado para ser el chofer de la CEO, quien se comunicarĂa conmigo por un mensaje avisando el lugar y la hora donde al dĂa siguiente debĂa pasar a buscarla para llevarla a la oficina, tambiĂ©n decĂa que antes de esa hora debĂa ir a la oficina por el vehĂculo y la identificaciĂłn de la empresa con mi nombre. Al terminar de leerlo salĂ corriendo de la habitaciĂłn hasta la sala de estar, le contĂ© a mi mejor amigo Rodrigo, a Ă©l lo conozco de toda la vida, desde la panza por asĂ decirlo, nuestras madres son mejores amigas, a pesar de que Ă©l es dos meses menor siempre nos celebraban los cumpleaños juntos, fuimos al mismo colegio, despuĂ©s al mismo liceo y hasta entramos a la misma universidad, solo nos separamos cuando escogimos una carrera, ya que a mĂ me gustaban los nĂşmeros y a Ă©l la filosofĂa, pero a penas ingresamos a la Universidad estatal de Rasoivalpa nos fuimos a arrendar juntos un departamento en Viña del Mar, hemos vivido ahĂ todos estos años, ambos titulados pero desempleados. ─¿QuĂ©? –me preguntĂł Rodrigo luego que le habĂa dado la noticia ─EncontrĂ© empleo weĂłn no lo puedo creer –le repetĂ colocándome en frente de la televisiĂłn, mi emociĂłn era notoria. ─¿En serio?. –Rodrigo se levantĂł del sillĂłn y me dio un fuerte abrazo con varias palmadas en la espalda, de la felicidad comenzamos a saltar en cĂrculos como unos niños–. ÂżY cuándo comienzas?. ─Mañana, debe estar por llegar un mensaje de texto a mi celular de mi jefa para confirmar la hora y el lugar. –Mi sonrisa de estĂşpido no desaparecĂa de mi rostro, estaba tan feliz, sobre todo porque mi padre siempre reiteraba mis fracasos. ─En ese caso, cámbiate de ropa que debemos ir a festejar. –Rodrigo apagĂł la tele y se fue a su habitaciĂłn de donde me gritĂł –, báñate porque apestas y las mujeres no querrán acercarse. ─¿QuĂ©?, ÂżPero para dĂłnde quieres ir?. –No tenĂa muchos ánimos de salir y menos de ver mujeres, pero lo notĂ© tan decidido que preferĂ hacerle caso, cuando querĂa algo insistĂa hasta hacerlo posible, era como la mujer en la relaciĂłn. EscogĂ una camisa limpia color borgoña que me habĂa regalado mi madre hace dos navidades atrás que de hecho la tenĂa con etiqueta, saquĂ© uno de mis jeans favoritos que me habĂa comprado hace un mes con el dinero que ganĂ© al trabajar una semana en la empresa constructora del padre de un compañero de universidad, saquĂ© unos zapatos semi formales de color cafĂ© que me habĂa regalado mi madre para mi cumpleaños nĂşmero veinte cinco, me eche un poco de perfume y pasĂ© al baño por la crema para el cabello, tomĂ© la chaqueta cafĂ© de cuero que tenĂa colgada cerca de la entrada y esperĂ© que Rodrigo saliera de su pieza; siempre se demoraba más en estar listo que yo. Mientras que esperaba recibĂ un mensaje que decĂa: “8:30 am, Los Castaños Pte. 600, Con-Con”, me sentĂ feliz por la confirmaciĂłn y de inmediato coloquĂ© una alarma para las seis de la mañana; tiempo suficiente para prepararme e ir por el vehĂculo. Al salir Rodrigo vi que se habĂa colocado su polera de color verde, con su jeans claro, con sus zapatillas converse y con una chaqueta larga de gĂ©nero de color negro, guardamos nuestros documentos, las llaves del departamento por si nos separábamos y salimos. ─¿Para dĂłnde vas a querer ir hoy? –le preguntĂ© a Rodrigo ya que Ă©l era el experto en lugares fiesteros nocturnos. ─EscuchĂ© que el casino de Viña tiene una nueva productora y tambiĂ©n que cambio por completo el diseño del lugar, asĂ que quiero aprovechar a ir para saber que tal quedĂł. –En ese momento yo sabĂa que no tenĂa más opciĂłn que ir. ─Bueno, Âży cĂłmo entraremos? –le preguntĂ© ansioso, ya que el dinero en mi cuenta bancaria estaba justo y destinado para la comida del mes. ─Mientras me vestĂa hable con una amiga por las entradas, ya me las mandĂł. –Rodrigo siempre se notaba confiado, lo bueno de vivir en Viña del Mar cerca del centro era que no debĂa gastar dinero en locomociĂłn para hacer mis tramites ni para ir a fiestas. ─¿Hay que pagarle algo?. –Yo seguĂa desconfiado. ─SĂ, pero despuĂ©s yo arreglo con ella –me confirmĂł, dejándome tranquilo con mis inquietudes. Para cuando nuestra conversaciĂłn termino ya Ăbamos por calle San Martin, cruzando por el puente, al ser verano la noche estaba fresca, de hecho ambos nos sacamos las chaquetas a causa del calor que nos provocĂł la caminata, apreciamos a mucha gente entrar al casino cuando llegábamos, pasamos por el estacionamiento hacia la parte inferior de las escaleras de la entrada principal, ahĂ habĂa una puerta con tres hombres vestidos de negro con pantalones de vestir y poleras manga corta con cuellos, la fila era larga, se notaba que el lugar iba a estar repleto, al cabo de unos minutos llegamos a la puerta donde el hombre que nos atendiĂł chequeo el cĂłdigo de nuestras entradas y nos dejĂł pasar, yo no sabĂa ni para donde iba solo seguĂa a Rodrigo. Subimos las escaleras que eran varias, pero cortas hasta el piso de arriba, Rodrigo me preguntĂł si dejábamos las chaquetas en guardarropĂa a lo que accedĂ, esto se encontraba cerca de la entrada principal del casino y al lado de los baños, mientras esperábamos vi pasar a una mujer realmente bella, sensual y sobre todo sexy, su cuerpo era el de una diosa griega; su piel estaba levemente bronceada con un rostro fino, cabello ondeado y rubio; al parecer era natural, su nariz era respingada, unos labios carnosos que traĂan labial color rojo, sus ojos color miel con toques verdes que eran almendrados con sus comisuras exteriores hacia arriba, traĂa un vestido plateado corto de seda; usaba tirantes unidos en su cuello que soportaban la tela, su espalda estaba al descubierto, los tacones que utilizaba eran de color rojo al igual que el labial y su cartera, estos tacones tenĂan taco aguja, con una fina correa en su tobillo y un hermoso diseño en su empeine. Prácticamente quede anonadado con tanta belleza, ella al abrir la puerta giro levemente hacia donde me encontraba y notĂł mi existencia, me puse tan nervioso, sentĂa que la cara me ardĂa, ella solo sonriĂł y entro cerrando la puerta. ─Thaliel la chaqueta, ÂżThaliel?, ¡oye weon despierta!, ÂżquĂ© onda? –me hablĂł sutilmente Rodrigo para obtener mi atenciĂłn. ─¿QuĂ©?. –Yo estaba muy desconcentrado. ─La chaqueta hombre, ¡pásamela!. –Rodrigo se habĂa molestado un poco. ─¡Ah!, sĂ, toma. –Se la proporcionĂ© y lo esperĂ© para que me hiciera entrega de la ficha con la que luego retirarĂa mi prenda. ─¿Por quĂ© no me pescabas? –me preguntĂł al salir de la guardarropĂa. ─Me enamorĂ©, te juro que me enamorĂ©. ─¿De quiĂ©n?. –Rodrigo estaba extrañado, ya que muy rara vez hablaba asĂ de alguna mujer. ─De una diosa que vi entrar al baño. ─DebiĂł estar muy buena para causar un efecto asĂ en ti. –Rodrigo se reĂa de su broma ─Es que asĂ estaba. Pasamos por un gran pasillo que daba al centro del casino, a la izquierda estaban los juegos, las mesas de pĂłker, la terraza y el bar, enfrente habĂa dos escaleras que se separaban a medida que se ascendĂa, al llegar al Ăşltimo peldaño visualizamos a los guardias dejando entrar a la gente a la disco, la fila avanzaba rápido por lo que no tuvimos que esperar mucho, desde fuera se escuchaba la mĂşsica pop que colocaba el DJ, la entrada era en subida sin escalones, frente estaban los baños y hacia la derecha se encontraba un pequeño pasillo que dirigĂa hacia la pista de baile, que estaba al centro del lugar, rodeando la pista hacia el fondo estaba la barra, sobre esta se daba lugar a la zona VIP, para llegar a ella se debĂa subir por las escaleras de los costados frente al DJ, este se encontraba en la pared de la entrada; con las luces, las mesas con su equipo y grandes parlantes a sus costados. Estando en la barra pedĂ un vodka con bebida blanca y Rodrigo un pisco con bebida oscura, a Rodrigo le encantaba bailar y odiaba perder el tiempo en cuanto a las chicas, por lo que con el trago en mano quiso buscar una chica guapa en la pista de baile, yo seguĂa reacio a la idea de estar ahĂ, sin embargo, intentĂ© animarme y lo seguĂ. Las primeras dos chicas guapas que vimos nos aceptaron de inmediato, la mĂşsica se prestaba para un momento sensual, no obstante, la guapa con la que me tocĂł bailar era muy tĂmida y no dejaba que me acercara mucho, ella miraba para todos lados menos a mĂ, provocándome incomodidad, sobre todo que a mĂ me encantaba bailar, era algo que lo hacĂa muy bien. Para darle más tiempo a Rodrigo de besar y manosear a su chica, yo comencĂ© a observar detenidamente el local, sus detalles, su estructura, cuando la volvĂ a ver en la zona VIP, andaba con dos hombres de traje y corbata, ella estaba moviendo su cuerpo al ritmo de la mĂşsica junto a un vaso que tenĂa en su mano izquierda, hasta eso la hacĂa verse como la diosa del placer. Pasaron los minutos y las canciones, de repente la mujer con la que bailaba le hablo al oĂdo a la otra, despuĂ©s se fueron sin decirme nada, Rodrigo se me acercĂł y dijo: ─Me dijo que iban al baño. –Yo solo sentĂ alivio en ese momento. ─Está bien, yo tambiĂ©n aprovecharĂ© a ir, voy y vuelvo –le avisĂ© antes de desaparecer entre la multitud. Me fui a la barra para dejar el vaso, luego me dirigĂ hacia el baño, el lugar estaba lleno por lo que me demorĂ©, al salir vi que la pista de baile estaba repleta, no habĂa espacio ni para caminar por el borde del bar, en ese minuto sentĂ que me agarran de la mano y me arrastran hacia fuera del local, asustado me resistĂ un poco y me girĂ© para ver quiĂ©n era, era mi diosa, sin objetar la seguĂ. Salimos del local y nos dirigimos hacia los ascensores, al entrar me empujo contra la pared, seguido de un beso apasionado dejándome muy excitado, cuando el ascensor se detuvo vi que estábamos en el estacionamiento, lo cual encontrĂ© muy extraño, ella saliĂł sola de este, se volteĂł y me dijo: “¿No vienes?”.

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