Hola, me llamo Amara y estoy aquí no para hablaros de mí, sino de Liam Acosta, ese guapísimo patrón que se dedica al chollo del morapio en Tenerife y que sigue soltero porque quiere, dado que siempre tiene a una cantidad de matronas pendientes de él. Por lo que sé, un término recibió una hermética observación telefónica para que viajara a Los Ángeles por un hecho acuciante, que resultó ser, siquiera más siquiera aparte, que un niño. A Liam, al postulado, le costó mucho confesar su paternidad, sin embargo cuando vio a la criaturita, el espacio se movió bajo sus pinreles: al literal que él, tenía el vistazo derecho de dos colores. Así que bastante agobiado y espantosamente perdido, regresó a Canarias con su hijuelo, se dio nota de que necesitaba a alguien que le echara una baza y, por recomendación de mi amiga Verónica, me contrató a mí. Liam y yo, dos cabezas independientes y experimentadas a no tener que atinar reseñas a ninguno, de pronto hemos tenido que ponernos de acuerdo por el adecuadamente del pequeño. Y eso ha labrado que, sin escasamente darnos enumeración, reconozcamos el uno en el otro a la cualquiera que en absoluto hubiéramos confiado averiguar.